Quedan 15 días para que los inmigrantes sin papeles se queden sin derecho a la atención sanitaria. Quien solo haya leído el BOE no tendrá ninguna duda. Pero quien haya escuchado a responsables políticos, desde algunos consejeros hasta el mismo Ministerio de Sanidad,
puede tener una idea más confusa. Aparte de las embarazadas, los
menores y las urgencias, cada día hay una declaración sobre mantener la
atención a crónicos —los más prudentes, como el propio ministerio o
Madrid— o a todos —Andalucía, País Vasco, Cataluña—.
Pero las buenas intenciones no bastan. Y, mucho menos, en un sistema
tan burocratizado como el sanitario. Porque en abril, cuando Sanidad
decidió dejar fuera del sistema a estas personas, lo tenía fácil:
bastaba con cruzar los datos de las tarjetas sanitarias con la Seguridad Social,
y desconectar las que pertenecieran a personas que no hayan cotizado
nunca (aunque sea porque no pueden, como los sin papeles). Hacer esto es
sencillo. Revertirlo, mucho menos. Sin tarjeta no hay cita; sin cita no
hay consulta, y, sin esta, no hay receta o prueba diagnóstica. El
sistema queda cerrado a cal y canto. Leer noticia completa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario